Tradición o devoción
Con un abanico en una mano. La otra, cogida de la de su hermano. Así recorría el camino que separaba su casa, hasta la iglesia del pueblo. Lo hacía cada domingo, para asistir a la liturgia mañanera. Para Hilton, era algo normal. Habiéndose convertido con el paso del tiempo, en algo habitual.
En cambio, para su madre era algo más que una rutina. Era pura devoción. Tal vez, por haber nacido en el seno de una familia de costumbres y en una época de tradiciones. Las mañanas de los domingos eran para las misas y las noches para rezar Rosarios.
Generación tras generación. La tatarabuela la primera. Le siguió la bisabuela. No se paró en la abuela. Ya que a la madre de Hilton, se lo inculcó. Y ésta a sus hijos se lo infundió.
Ya sea por tradición o devoción. Hoy es domingo y Hilton va a la iglesia. Y lo hace, con un abanico en una mano y la otra, cogida a la de su hermano.
Va sin fervor. Lo hace por la obligación, de continuar una tradición.