La tartera de su madre
Ese día, no era un día cualquiera. No, no lo era. Ese día, era su primer día de escuela. Ese día, se había levantado algo más temprano de lo que acostumbraba. Se había vestido con el uniforme escolar. Ese día, tomó su desayuno algo más temprano de lo usual. Su madre le tenía ya preparada una tartera con la comida que debía de llevarse ese primer día de escuela. En ella le puso la comida de al mediodía y dos bocadillos, uno era para comer en su primer recreo y el otro, para comerlo a la hora de la merienda. Ese día, regresaría a casa a la hora de cenar por lo que, la cena tomaría junto a su madre, ya de regreso en casa.
Ese día, sería el primer día, de esos otros muchos días de los que le iban a cambiar la vida.
Primero sería la escuela. Luego les seguirían los compañeros. Los amigos, los buenos y también los malos. Los deportes. Los maestros. Los estudios, con sus exámenes incluidos. Pero sobre todo los libros. Sí, los libros ya que pare él, a partir de ese su primer día. Sin un libro, a su vida ya no la vería.