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La entrevista
Sábado por la mañana. Día frío, completamente nublado. Amenazando con llover en cualquier momento.
Ella, está de pie en la puerta de una cafetería. Espera a alguien para una entrevista de trabajo. Ha quedado con él, hace ya más de media hora y aún no ha llegado.
Ella. Con su currículum en la mano. Como mismo habían quedado, para reconocerse. Ya que, nunca antes se habían visionado. Solo hablado por teléfono con anterioridad.
De pronto, llega él. Buenos días ¿María verdad?
Si María. ¿Y usted Zacarías?
Si ese mismo soy yo. Pasamos dentro verdad, pues estoy muerto de frío.
De acuerdo dijo ella. Pensando para sí. Muerta de frío yo por la espera. En el fondo agradeció la elección. Ya que no solo hacía frío. También mucho ruido y dentro estaba todo mucho menos concurrido.
Al entrar se dirigieron a una mesa. Inmediatamente una camarera se les acercó. Saludó educadamente y acto seguido nota tomó. Un café para cada uno, que a los pocos minutos sirvió.
Ella a él el currículum vitae entregó. El cual él por unos minutos en silencio leyó. A la vez que ella discretamente, mientras él lo leía, lo observó.
Tras leerlo por su currículum la felicitó. Y ella a él las gracias le dio.
No tiene que darlas. Ya ha sido usted solita la que, se lo ha labrado. Detrás expresó. Y creo que después de leerlo. Lo que yo le iba a ofrecer, no le iba a hacer honor a su experiencia.
Sí es así. Encantada. Gracias por el café. Buenos días. Y que encuentre usted a alguien que esté a su nivel. Pero no se equivoque. Cuando digo a su nivel, me refiero en lo humano. Pues en lo económico, pagando lo que usted quiere pagar, jamás habrá alguien que le llegará a igualar.
Me miró. Sonrió. Con una sonrisa esforzada y se despidió, con un de acuerdo, hasta luego.
Yo me fui de aquella cafetería y él se quedó allí. Supongo que mascullando mi reacción. A la vez que, tomaba aquél café ya frío.
