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El desmayo
Poco a poco, las fuerzas me iban fallando. Debí de desmayarme por culpa de la pérdida de sangre, tras una aparatosa caída que tuve una tarde del mes de agosto en que visitaba las ruinas del castillo encantado. No sé por cuánto tiempo permanecí inconsciente, pero lo que sí os puedo decir es que, mientras permanecí en ese estado, me sentí libre y muy feliz la vez.