Doña Franca y doña Estrellita

▷ Doña Franca y doña Estrellita ✍

Doña Franca y doña Estrellita

Esa mañana al entrar en el habitáculo, se saludaron las dos amablemente.

—Buenos días doña  Franca – dijo una. 

—Los tenga usted doña Estrellita – contestó la otra.

—Qué tal le fue ayer por la capital. 

—Gracias por preguntar. Y si no fuera por todos los pinchazos que acarreo hoy en mi cuerpo, diría que bien.

—A que punciones se refiere doña Franca. 

—A las que me dieron ayer.

—¿Ayer y donde?

—En esa consulta tan moderna a la que me llevaron.

—Creo saber ya, a lo que se refiere doña Franca. La semana pasada me llevaron a mí también. 

—Pues entonces no le voy a contar nada nuevo. O al menos nada que usted no haya vivido en sus propias carnes.

—Cierto, así es. Pero una cosa, sí que le voy a contar.

—Cuente, cuente usted doña Estrellita.

—Que a pesar de esas visitas. Y a que ahora nos pinchan más a menudo. Bueno yo diría que lo hacen por todo y por nada. Pero que en el fondo nos tienen sanitariamente mejor controladas.

—A eso si que le tengo que dar la razón. Ya que hasta me hicieron un electrocardiograma.

—Un electro… ¿Qué?

—Un electrocardiograma. Una prueba para ver el funcionamiento del corazón.

Sí, sí, eso también me lo hicieron a mí. Lo que ocurre es que yo no sabía el nombre de esa venturosa prueba.

Sabe lo que le digo doña Estrellita.

Si no me lo cuenta, no lo sabré en la vida doña Franca.

Pues se lo cuento amiga. Que con tantos pinchazos y tantos chequeos. A nuestro patrón, no le va a quedar más remedio que poner en venta, uno de sus riñones.

¿Usted cree?

Lo creo. Como usted comprenderá. Tanta modernidad la tendrá que pagar.

¡Pobre hombre! Pues nada. Nosotras menos hablar y más forraje comer.

¡Eso! Como dice un dicho. Oveja que bala, bocado que pierde. 

Y cabra que no tira de la hierba. A la hora de ordeñar, no tendrá leche que dar.

Oiga doña Estrellita yo nunca he oído ese refrán.

Claro que no doña Franca. Ya que es de mi refranero particular.

De acuerdo. Lo que usted quiere decir con ello es que, cuanto más comamos, más leche proveeremos. Y si hay más leche, se podrá hacer más queso.

El resultado será unas ventas mayores. La recaudación también subirá.

Y con esa cobranza, las facturas del veterinario se podrán sufragar.

Así es amiga. No te das cuenta que los tiempos han cambiado.

Claro que lo he notado. Las cosas ahora son diferentes. Pues hasta para pasar el control veterinario, cita y hora has de solicitar.

No le dice eso nada.

Que eso mismo ocurre con los humanos, cuando han de acudir a su seguridad social.

Entonces nosotras. Que somos dos humildes cabras. A comer y callar doña Franca.

De acuerdo doña Estrellita. Pero mejor será que primero callemos. Para que luego comamos.

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