Desando la carretera
En la carretera me la encontré. Al verla, yo mi coche paré. El cinturón de seguridad, me desabroche. La puerta del vehículo abrí y del me apeé. Acto seguido, hacia ella me encaminé, con la intención de preguntarle ¿Qué hacía sola allí? o sí algún tipo de ayuda ella necesitaba. La distancia entre las dos, era corta y mientras hacia ella yo me acercaba. Ella a mí de mirarme no dejaba. Cuando me situé frente a ella, percibí que, algo raro había en su mirada. Esta estaba perdida y realmente ella a mí no me miraba. Puesto que, donde debieron estar antes sus ojos, ahora solo sus cuencas quedaban. De pronto, el miedo de mí se apoderó y ella, con voz muy firme me habló y un mensaje me dio.
No sigas hacia adelante. Súbete de nuevo en tu auto y date la vuelta.
—Qué ocurrirá si no me la doy.
Si tú sigues esta ruta, te ocurrirá, lo mismo que a mí un día me ocurrió.
—Qué te ocurrió.
—Que lo mismo que tú, hoy tu coche has parado. Hace ya algunos años yo también, el mío paré.
—Por qué lo paraste.
—Porque del mismo modo que tú, a mí me has visto. También yo, a alguien aquí vi. Y me dijo las mismas palabras que yo te estoy diciendo a ti.
—Te dijo que no siguieras por esta carretera.
—Sí, así fue. Yo no le hice caso y por ella seguí. Pero por favor, no sigas si no quieres que te ocurra, lo mismo que me ocurrió a mí.
—¿Qué te ocurrió?
—Que no me di la vuelta y la carretera seguí. Y cuando me di cuenta de lo que había hecho, ya era demasiado tarde para mí.
—¿Qué sucedió?
—Que, a causa de mi omisión, mi coche por un acantilado se precipitó.
—Me estás diciendo que tuviste un accidente.
—Sí, eso es lo que te estoy diciendo. Y que el origen de ese accidente y de que hoy yo sea un fantasma, no es culpa de nadie, sino mía. Por la negligencia cometida ese día. Así que, hazme caso y no sigas. Aunque en el fondo pienso que, si no me lo haces, será mucho mejor para mí.
—Y eso porqué.
—Porque, si tú no te das la vuelta y sigues por esta carretera. A ti te ocurrirá lo mismo que, a mí me ocurrió. A la sazón, yo me podré ir a descansar. Puesto que, tú, mi lugar ocuparás.
—Pues sabes que te digo. Que ahora mismo, me subo de nuevo en mi coche. El cinturón vuelvo y me lo abrocho. Doy la vuelta y desando la carretera. Pero, no me voy sin antes, haberte dado las gracias.
—De nada y que conste que, si te he avisado es porque, tu momento de coger el hatillo, aún no ha llegado.
Desando la carretera –
(c) –
Mila Reyes