Como finos cristales
Cada lágrima al caer, le dolía. Como si de finos cristales se tratara, al clavarse en una herida.
La pena que habitaba en su interior. Era completamente feliz. A la vez que ella sufría.
Imposible soportar por más tiempo tanto dolor. Era por eso que hoy. Había tomado una sabia decisión. Rompería las cadenas, que por tanto tiempo la habían tenido atada a él.
Él, el que nunca la supo querer.
Él, el que jamás la respetó.
Él, el que jugó con ella. Sin apenas pensar, en que hería sus sentimientos.
Él, el que nunca cumplió sus falsas promesas.
Él, el que disfrutaba viéndola a ella sufrir.
Hoy, ella había encontrado una pequeña luz. Y lucharía con todas sus pocas fuerzas, para por esa luz, de aquel submundo poder salir.
Ella no sabía lo que haría. Ni siquiera a donde iría. Pero no le importaba. Ya que lo único que necesitaba, era buscar su libertad, para luego poder respirarla.
Ahora, era ese su cometido. Pues con cada lágrima derramada. Sentía que poco a poco, su vida expiraba. Y de una vez por todas, al romper ese vínculo. La pena iba a ser expulsada de su interior.