Un diario para Aria
(Capítulo XII)
Marcha a la ciudad
Todo comenzaba a cambiar, ya no vivían en el pueblo, puesto que, se habían ido a vivir a la ciudad. Casa nueva, cambio de colegio, otros compañeros, nuevos amigos. El período de adaptación fue duro. Pero, al final Aria lo consiguió.
Los domingos seguía yendo a oír Misa, solo que, ahora lo hacía en un Templo y no en un colegio como en el pueblo. No sé si era por eso. Pero, a Aria le parecía que, dicho Rito, no era igual. Que la gente, no se lo tomaba en serio, como ella si lo hacía. En el pueblo se arrodillaban más. No se podía comulgar sin confesar. En la ciudad la gente lo hacía y para el cura era normal. Con todos estos detalles, dentro de su mente, cada vez existía más confusión. A veces, Aria pensaba, —¿es qué, por el hecho de ser en otro lugar distinto, tiene que, ser la misa de otra forma? —.
En el colegio ya les explicaban que, para ser cura estos, tenían que estudiar la carrera de Teología. Entonces, dedujo que, eran personas corrientes como todos los demás. Así pues, poco a poco se fueron resolviendo muchas de las incógnitas que, había tenido anteriormente. Pero, al mismo tiempo sentía que, algo iba cambiando dentro de ella, no sólo físicamente, sino también, moralmente. Costumbres, usos, formas de vida. Ya no iba a Misa todos los domingos, faltaba a las procesiones. Seguía creyendo, pero, ya sin ese fanatismo, e ignorancia. Por lo que, ya no era tan practicante como antes.