Barcos de papel compañeros hasta el final
—No somos nadie amigo, le decía un barquito de papel a otro, mientras navegaban río abajo.
—Cuánta razón tienes amigo mío, no hace tanto tiempo, éramos nosotros los que veíamos a los niños como echaban a navegar a otros barquitos, ¿lo recuerdas? y lo decía con cierta nostalgia.
—Claro que lo recuerdo, suspiraba éste, si éramos aún unos árboles jóvenes y bien plantados en la ribera de este mismo rio.
—Sí, fuimos jóvenes, mas tarde crecimos y en dos buenos pinos nos convertimos.
—Tan buenos éramos, que vinieron los madereros y a nosotros entre todos para talarnos nos eligieron.
—Si camarada y todo ocurrió en un frio día de invierno.
—Cierto, le contesto el barquito, no se me olvida ese día, pues recuerdo que cuando comenzaron a talarnos, apenas sentimos el dolor ya que estábamos casi congelados del frio que ese día hacia, pues la noche anterior había estado nevando y bien fuerte.
—Sí, sí, todo ocurrió muy rápido, pasando de ser dos grandes y hermosos pinos, a dos troncos de buen pino.
—Luego nos llevaron a una fábrica de muebles, donde a ti te convirtieron en una mesa de comedor y a mí en las sillas que a esa mesa acompaña.
—Compañero, menos mal que después de todo, no nos han logrado separar.
—Menos mal amigo mío, pues desde que nacimos, que lo hicimos al unísono, estábamos predestinados en vivir y morir a la vez.
—Cierto, cierto, le contestaba un barquito al otro, pues mira por donde, de los recortes que quedaron al fabricar la mesa y sus sillas, van y hacen papel que empaquetan y nos juntan también.
—Y no solo nos juntan amigo, sino que además van y lo venden y a las manos de los niños los papeles llegaron y con sus pequeñas manos a nosotros estos barquitos hicieron, que luego al río nos echaron y ellos en la orilla del río se quedaron, viéndonos yendo corriente abajo arrastrados.
—Ellos esperan que lleguemos navegando hasta el mar, que es el final del río, donde este va a desembocar.
—Amigo mío, será mejor que comencemos a despedirnos ya, pues creo que en esta vida no nos veamos más, ya que tengo tanta agua que ni navegar puedo ya.
—Adiós, ha sido un placer haber sido árbol, luego madera, mueble, papel y barco de papel, diversión de niños, pero lo mejor de todo es que he sido tú amigo.
—Los dos barquitos se despidieron, justo en el mismo momento en que el papel se desasió por culpa del agua, que río abajo mientras navegaban a los dos barquitos remojo.