Plaza del sueño
No era aquella
una plaza cualquiera
era la plaza a la que de niña
iba con mi abuela.
Durante el otoño
y el invierno
íbamos abrigadas
y en primavera
y en verano
íbamos veraniegas
y siempre
con gorra o con sombrera
para que el sol
no nos quemara.
Mi abuela se sentaba a leer
debajo de un viejo laurel
al cobijo de su sombra
y mientras ella leía
yo jugaba
correteando e imitando
que iba subida en un tren
y mientras viajaba sentada en él
leía yo también.
Ya de regreso a casa
mi abuela
me compraba un gran helado
de nata y pasas
y felices nos íbamos las dos
de aquella maravillosa plaza
la Plaza del sueño.