Metidas en la zurrona
Para su hambre saciar
decidió ir a cazar,
se levantó muy temprano
y con escopeta en mano
y un par de perros por compañeros
salió de cacería al monte.
A lo largo de la mañana
se dedicó a cazar
y a medida que las apresó
para preservarlas del sol
en la zurrona las guardó
y a su espalda se la colgó.
Al llegar el mediodía
a su casa regresó
con las presas que cazó
a lo largo de la mañana
ya metidas en la zurrona
y esta, colgada a su espalda.
Al llegar a su casa
guardó la escopeta
metió los perros en sus casetas,
les echó de comer
y les llenó sus bebederos
de agua fresca.
Ya aviados sus perros
se fue a la cocina
abrió la zurrona
extrajo una perdiz y un conejo,
porque fueron esas las presas
capturadas durante la mañana.
Ya las presas fuera de la zurrona
se dispuso y las limpió
luego, cogió un poco de leña
la depositó en el fogón
y le prendió fuego
para convertirla en ascuas.
Fraguadas las ascuas
puso la caza al fuego
poco a poco la asó
ya soasada la comió
su hambre sació
y una larga siesta se echó.