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Frente el portal
Todas las tardes, al pasar frente el viejo edificio
Los veía sentados, frente el portal
Cada uno, afirmado en su vieja silla de carrizo
Probablemente, estar ahora postrados allí
Habría supuesto un gran esfuerzo físico, para los dos
Eran ellos, dos abuelos ya
No por tener nietos, pero si por la edad
Los dos juntos sumaban un centenario y otro medio, mas
Yo cada día, me los quedaba mirando al pasar
Me fijaba en sus caras, marcadas ya por la longevidad
Al verles, experimentaba un atisbo de felicidad
De pronto me veía yo, allí sentada
Solo que, con algunos años de aumento
Sin saber porqué, el barrunto de esa imagen venidera
Se instalaba dentro de mí y rápidamente me entristecía
El motivo, era que me veía sola y sin ninguna compañía
Frente al portal de aquel viejo edificio
Pronosticaba dos viejas sillas
En una estaba yo sentada
Pero en la otra, no había amiga alguna
Eso, solo podía significar dos cosas
Que la que ocupará esa silla, que ahora advertía vacía
Ya se había ido a mejor vida
O probablemente, algo peor
Que nunca habrá amiga alguna
Y que nadie, en esa silla se sentará
Es por eso, que cada día al pasar y a esa hora de la tarde
Con mis ojos los alcanzaba yo
Como cada una de las tardes, al pasar frente a ese viejo edificio
Y los veía sentados, frente el portal
Cada uno, afirmado en su vieja silla de carrizo
Solo de pensarlo, los vellos de mi cuerpo
Se me ponían de punta, como las púas del erizo
Cuando se sienten embestidos
Y las púas se les convierten en pinchos
Ya que no es lo mismo, envejecer estando acompañados
Que hacerlo solos, sintiéndose abandonados