La almohada
Le gustaba dormir abrazada a ella,
no le gustaban muy duras,
más bien blanditas,
sí tenía que elegir el tamaño,
las elegía siempre pequeñitas
En cuanto al color, le daba igual,
lo mismo que la nacionalidad,
pero a la hora de irse a la cama,
que nadie se la cambiara,
y mucho menos, se atreviera a tocarla,
ya que era ella la única
que, a la hora de irse a dormir a la cama,
lo haría abrazada a su pequeña y blanda almohada