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▷ Día de quirófano ✍

Día de quirófano

Corrían los últimos días del mes de marzo. Era sábado. El día había amanecido completamente gris y aún estaba así. Eran las doce de la mañana y allí estaba ella. Sentada en la sala de espera del quirófano. A la espera de que la llamaran en cualquier momento. Ya que, iba a ser intervenida quirúrgicamente.
De pronto, se abre la puerta. Sale un celador y la llaman por su nombre.
¾    María.
¾    Sí contestó ella. A la vez que se levantó de la silla, en la cual se había sentado, hacía ya algo más de media hora.
¾    Hola buenos días. Pase por aquí.
María, tras despedirse de la persona que había venido con ella. Siguió al celador y al entrar, se cerró la puerta que conectaba la sala de espera. Ya dentro, este le entregó una bolsa y unos calcetines de plástico. Una bata y un gorro de tela. Todos ellos, del mismo color verde.
¾    María. Le dijo a la vez que le entregaba todo. Pase a esa habitación. Se desnuda y mete en la bolsa todas sus pertenencias. Luego, se pone la bata con la abertura hacia atrás. Se calza los calcetines y se coloca el gorro, de tal modo que le cubra todo el pelo. Y cuando haya terminado, sale de la habitación y me avisa.
María recogió los enseres entregados por el celador. Pasó a la habitación y tras haber cerrado la puerta. Se desvistió y metió todas sus pertenencias en la bolsa de plástico. Se colocó la bata verde, el gorro y los calcetines. Ya lista, abrió la puerta y avisó al celador. Automáticamente, este cogió la bolsa con las pertenencias de María y le indicó que lo siguiera.
María, siguió silenciosamente al celador. Atravesaron varios pasillos. Unos largos, casi interminables y otros algo oscuros, hasta llegar a la antesala del quirófano. Ya en ella. El celador, depositó la bolsa con las pertenencias de María, encima de un empapador, situado en el suelo. Dicho empapador, hacía las veces de alfombra a una silla de color negro. Todo ello, oculto detrás de un biombo adornado con plástico blanco.
¾    Siéntese aquí hasta que le llamen y no dude en poner los pies sobre el empapador. Para que de ese modo, sus pies no se le enfríen. Algo incongruente le pareció a María. Tras haber caminado, con aquellos calcetines de plástico verde. Durante varios minutos, por aquellos pasillos. Hasta haber llegado a aquella antesala.
¾     De acuerdo. Dijo ella. Y ahí sentada esperó durante unos quince minutos. Aunque a ella, le parecieron que pasaron muchos más. De vez en cuando le llegaban voces, desde el otro lado del biombo y por lo que ella oía. No le cabía duda, de que se trataba del paciente que estaba siendo intervenido en ese momento, dentro del quirófano y del equipo médico que la estaba interviniendo.
De pronto, se hizo un silencio y María dejo de oír aquellas voces. Pero a los pocos minutos, detrás del biombo, una puerta se abrió y poco a poco hasta donde estaba ella, unos pasos se le acercaron.
¾    María. Volvieron a llamarla. Esta vez fue una enfermera. Ésta se agachó. Recogió la bolsa con las pertenencias de María y le indico que la siguiera.
María se levantó de aquella silla negra, en la que había permanecido sentada y siguió a la enfermera, hasta entrar en el quirófano. Ya dentro, las puertas se cerraron y la bolsa con las pertenencias de María volvió a estar de nuevo en el suelo.
¾    Hola buenos días María. La saluda el equipo médico.
¾    Buenos días. Dijo ella.
¾    Túmbese en la camilla boca arriba y relájese. La intervención va a ser sencilla. No se tardará más de media hora y el único dolor que va a sentir, serán unos  pequeños pinchazos de las agujas de la anestesia. Que en esta ocasión, será sólo local.
Ya en la camilla. La prepararon. Conectándola a varias máquinas y a continuación le anestesiaron las zonas a ser intervenidas.
¾    Comenzamos ya María. Le dijo el médico. En caso de dolor, no dude en decirlo. De acuerdo.
¾    De acuerdo. Dijo ella.
Ya anestesiada, comenzó la intervención. Por cierto. Los pinchazos de la anestesia fueron realmente dolorosos y la operación hubo momentos en los que el dolor estuvo muy presente. No obstante María en los treinta minutos que duró la intervención, en ningún momento se quejó.
¾    María, no te impacientes ya hemos terminado. Esto lo dijo tras haber pasado los treinta minutos.
¾    ¿Cómo lo has pasado? ¿Has sentido demasiado dolor?
¾    La verdad es que hubo un par de ocasiones, en las que pensé que no lo iba a resistir. 
¾    Ahora que hemos terminado te lo digo. Te has portado valientemente. Ya que, hubo zonas intervenidas, las cuales no estaban anestesiadas.
¾    ¿Y eso por qué?
¾    Bueno, la verdad es que hay veces, en las que uno tiene programado intervenir una zona y esa zona evidentemente se anestesia. Pero hay otras que ya en faena, se encuentra uno con algo inesperado y se extirpa sin ella. Puesto que si no es así, se tiene que cerrar y volver a abrir y si no es mucho yo soy de la opinión, que ya que estamos dentro. Limpiamos y cerramos. Y eso es lo que ha ocurrido hoy.
¾    ¿Y qué ha encontrado de nuevo, aparte de lo que ya esperaba encontrar?
¾    María no te inquietes. No ha sido nada por lo que te tengas que alarmar. Lo importante es que todo ha ido bien y que te repongas rápido.
¾    ¡Entiendo!. Malo, pero no grabe.
¾    A simple vista, ni es malo, ni es grabe. Pero creo que, lo mejor es esperar a que se realicen todas las pruebas y luego hablamos.
¾    De acuerdo. Esperaré impaciente esos resultados. ¿Cuánto tiempo debo esperar?
¾    Sobre unos treinta días. Pero como ya te dije antes, no te preocupes. Ahora incorpórate con mucho cuidado y siéntate. Si te mareas lo dices.
¾    María se sentó en la camilla. A los pocos minutos. Se abrió de nuevo la puerta del quirófano. La misma enfermera que había depositado la bolsa con sus pertenencias en el suelo. Se agachó, la agarró, salió a la antesala y se la entregó al mismo celador que la había traído. A continuación, el médico le indicó a María que ya se podía bajar de la mesa de intervención. Se despidió de ella. No sin antes recordarle que en un mes, se verían de nuevo en la consulta. Para informarle de los resultados de las extracciones. Dándole además las indicaciones pertinentes del postoperatorio.
Acto seguido, María salió del quirófano y siguió al celador portador de sus pertenencias. Haciendo el mismo recorrido hecho hasta llegar al quirófano. Solo que, ahora el camino era a la inversa.
Ya hecho el recorrido. El celador le entregó la bolsa con sus pertenencias, indicándole que pasara a una habitación para que se vistiera. Ya en ella, María se deshizo de la bata, el gorro y los calcetines. Vistiéndose y calzándose de nuevo.
Ya vestida. María salió de la habitación. El celador, abrió una vez más la puerta que comunicaba con la sala de espera. A la vez que, se despedía de María.
Ya fuera. María  se dirigió junto a quien había permanecido allí sentado, aguardando desazonado por ella.
¾    Gracias por estar aquí. Le dijo ella al salir.
¾    De nada María ¿Cómo ha ido todo? Le preguntó él.
¾    Según el médico bien. Ahora hay que esperar los resultados de la biopsia.
María, a los treinta días, estaba de nuevo en la consulta del médico que la había intervenido. Allí, éste le indicó que los resultados de la biopsia, habían salido todos en negativo y sin problema alguno.
María, se alegró mucho. Sin contar que, se liberó de la gran preocupación que cargaba desde el mismo día en que, le comunicaron que iba a ser intervenida quirúrgicamente.


Día de quirófano –
(c) –
Maria Milagrosa Reyes Marrero

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